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Crónica de un triunfador

El ciclista loreño de Bicicletas Rodríguez Extremadura, Jesús Montero Checa, se proclama Campeón de Andalucía

En muchos deportes, así como en multitud de aspectos en la vida, los éxitos se logran con esfuerzo y, como dicen los más sabios, paso a paso. En el ciclismo la gloria se saborea de forma distinta pero a la vez muy parecida, esto es pedalada a pedalada. “Pasito a pasito” como dicen Luis Fonsi y Daddy Yankee en la celebérrima melodía de este verano es como Jesús Montero ha ido construyendo su éxito, un triunfo que ya se atrevió a vaticinar en este medio hace algunos meses.

Sin embargo, no había que recurrir a ningún adivino ni echar un vistazo a las artes místicas para averiguar lo que estaba por suceder. Durante la Vuelta Internacional a Navarra celebrada la semana pasada, Jesús Montero anunció al resto de competidores que tenía hambre, un voraz apetito de títulos con ese segundo puesto que lo espoleó aún más si cabe. “Sabía que este fin de semana afrontaba los Campeonatos de Andalucía en un buen estado de forma”, confiesa a este periódico.

La jornada ciclista andaluza consistió en pruebas de contrarreloj y en línea, ambas en la localidad gaditana de Chiclana de la Frontera, realizadas el viernes 2 de junio y domingo 4 respectivamente. Durante la intensa batalla contra el cronómetro, el ciclista loreño quedó en 4ta posición con un tiempo de 12:29 en 9,5 kilómetros. “No estaba mal, pero sabía que no era normal. Podría haberlo hecho mejor, pero los tres primeros le dieron más fuerte”. El ciclismo de Jesús Montero es sólido, férreo, contundente. Él mismo confiesa que es un corredor de mucha resistencia y, por lo tanto, las carreras largas le vienen mucho mejor a su estilo que los esfuerzos más cortos, explosivos e intensos. Paso a paso es como él compite, con sufrimiento, con pundonor. “Sabía que el domingo tenía otra bonita oportunidad de darle la vuelta a la situación y esa era mi motivación”.

Como los guerreros antes de la inminente batalla, el domingo estaba totalmente preparado. Ese día planificó a conciencia el tiempo de descanso y desde que se levantó tenía buenas sensaciones, igual que Alejandro Magno, Julio César y Gengis Kan las tuvieron antes de conquistar a sus adversarios. Tal y como dijo el héroe macedonio, “la victoria siempre sonríe a los audaces”.

La crónica de la carrera tiene el hilo argumental propio del séptimo arte de Hollywood. Incertidumbre, emoción, garra y, como marcan los cánones, el deseado final feliz. El loreño y su equipo pensaban jugar con el factor viento y tenderse en abanicos. Sin embargo, el aire que empujaba desde el costado no era suficiente y debían de estar atentos a las fugas para no echar por tierra la carrera. Ahí tienen el ingrediente de incertidumbre, pero continuemos. Desde la salida ya se habían escapado unos 7 corredores y a los 2 km el mismo número de ciclistas se desmarcó del pelotón y se metió de lleno en la lucha por el título. Evidentemente, Jesús Montero se encontraba entre ellos y, evidentemente, ahí tienen la emoción que ya anunciamos.

Al poco tiempo se unieron los dos grupos en la cabeza de carrera. Eran alrededor de 15 corredores y ese amplio número dificultaba el entendimiento a la hora de pasar relevos. “En una subida decidí atacar fuete para reducir el grupo y así fue. Nos quedamos tan solo seis corredores en cabeza, por lo que ahora el entendimiento era muchísimo mejor”. En estos instantes nuestra película tiene la garra. Sigamos.

Debido al fuerte ritmo que llevaban y tras alcanzar la primera subida, uno de los corredores se descolgó y quedaron cinco en cabeza de carrera, Jesús Montero entre ellos. “Era una subida dura y estaba a mitad de carrera. Llevaba muy buenas sensaciones y decidí atacar en seco, fuerte”, afirma el corredor loreño. Ya en dirección a Chiclana, y con mucho aire de cara, los 3 corredores que se disputaban el campeonato iban a tope. Un dúo de inesperados invitados se acercaba peligrosamente al trío de cabeza a falta de tan solo un kilómetro, por lo que el campeonato se decidiría en un sprint. En estos momentos nuestra película está alcanzando su clímax.

“Bajábamos un puente recto, con un giro de 180 grados y a los 150 metros se encontraba la línea de meta. Sabía que quien llegase primero ganaba”. Bajo esta sentencia, a falta de 400 metros arrancó con todo lo que le quedaba y el resto de la historia ya lo conocen: el prometido final feliz.

Así, Jesús Montero puedo saborear la victoria, una sensación que le había sido esquiva hasta ahora y que en tantas ocasiones había rozado con la yema de los dedos. Y la victoria le sonrió. Por audaz. Por no rendirse. “Doy la gracias a todos los que me apoyan, a mis padres, familia, a mi novia y a todo mi equipo por esta victoria”.