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OPINIÓN: “Carta a un hijo de autónomo ambulante” (Emilio Morales)

Ante la polémica creada a partir de unas declaraciones que hice en un programa de Telecable Lora, “Qué ratito + bueno”, y que Álvaro López Pérez consideró un ataque a la venta ambulante, uso mi derecho a la réplica:

Tranquilízate, muchacho. Por mucho que yo quiera que el Mercadillo desaparezca esto no se va a producir. Comprendo la pasión con la que has cogido esto, piensas que se trata de un ataque contra la forma de vida de tu padre y reaccionas como un buen hijo lo haría. Supongo que es la misma pasión con la que yo llevo esto. Hace cuarenta años yo tenía dieciséis; y mi padre, como bien sabe el tuyo, era un autónomo clásico y sedentario, llevando una tienda de pueblo que había heredado de mi abuelo. Con aquella edad vi cómo, cuando llegaba el martes, la actividad cesaba y era muy difícil ver a una clienta entrar por la puerta del establecimiento. Ese día tocaba mercadillo y eso era lo que había, nada más.

  Podría parecer que se trataba de un día más de la semana pero no era un día cualquiera, se trataba de la salida masiva de gran parte de ese dinero, que entraba en juego todas las semanas y del que dependían y, aún dependen, los autónomos sedentarios de la localidad como mi padre. Por aquella época lideró junto a otros comerciantes un movimiento al que se sumaron gran parte de los de su gremio y que no prosperó. Recibimos muchas amenazas y anónimos en casa por aquella cuestión, quizá por ello y seguramente por no poner a su familia en peligro decidió dejarlo estar. Y lo digo con conocimiento de causa porque en mis oídos aún resuenan una de aquellas amenazas, cuando con la inocencia de aquellos días cogí el auricular y me encontré con una de aquellas llamadas a bocajarro. Como comprenderás es cuestión de corazón, por lo que nunca veré con buenos ojos el baratillo de este pueblo, sería como faltar a la memoria de mi padre, y mi opinión será siempre contraria.

            Sí, comprendo que pienses que ataco la forma de vida de tus mayores, y quiero que te convenzas de que no es así. Respeto muchísimo la vida sacrificada del vendedor ambulante, los madrugones, el tiempo dedicado en preparar y desmontar el negocio…, todo aquello que forma parte de una de las formas de ganarse el sustento más antiguas de la propia historia del hombre, desde los tiempos de aquellos buhoneros que iban de pueblo en pueblo vendiendo género. De hecho en mis declaraciones en el programa no doy nombres, no entro en lo personal, no puedo hacerlo, pues tengo un vecino a pocos metros de donde vivo, que es del mismo gremio, por el que siento bastante simpatía y al que nunca faltaría al respeto; porque mi opinión no es contraria a los vendedores ambulantes de la localidad, lo es simplemente a este evento semanal en sí que, como expuse, lo creo innecesario. Tu padre puede formar parte del 20 ó 30% de los ambulantes locales que montan en el mercadillo y sé que lo que gana repercute en el municipio, pero ¿Y el alto porcentaje restante?

            Me figuro que los ataques en lo personal que he visto en tus post son por causa de ese despecho y esa pasión a la que hacía referencia al principio de esta carta, por eso no le voy a dar importancia. Como también te puede ocurrir que prestes oídos a aquellos que se aprovechen de tu dolor para sembrar en ti la cizaña. Por desgracia hay muchos por doquier y el daño que hacen es enorme.

Lamento que hayas sido tú, supongo que yo también me tendré que morder la lengua la próxima vez que opine sobre el mercadillo en cuestión, no por nada sino porque los vendedores locales ahora para mí tienen rostro. Pero créeme que va a ser duro, porque el semblante de los martes de mi padre, el de hastío y derrota, el de la tristeza de autónomo, el que he visto en los de otros amigos autónomos que hoy se enfrentan a lo mismo, también van a estar presente. Lamento el daño que haya podido haceros a tu familia y a ti, no fue con intención. Fue por culpa de esa vieja guerra, ese sinsabor que ahora tú también tienes presente, porque lo sientes en tu interior.

Lora del Río, 13 de mayo de 2020 de la Era del Covid-19.

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